Las oportunidades de trabajo están amenazadas por el cambio climático. En la medida en que algunas actividades económicas dejen de ser viables o competitivas, dejarán también de ser fuentes de empleos, siendo naciones insulares como la nuestra las más lesionadas.
Pero aparte del cambio climático, otra amenaza que se cierne sobre los empleos es la automatización, la que será probablemente acelerada por los avances en la inteligencia artificial, siendo países subdesarrollados como el nuestro, tecnológicamente menos calificados, los que sufran los mayores perjuicios.
Un aspecto relevante, pero menos definido, es el rol que en ese proceso de reemplazo de personas por máquinas tendrá el envejecimiento de la población. Usualmente se supone que los envejecientes son más susceptibles a ser sustituidos, razón por la que luce lógico esperar que el envejecimiento tienda a fortalecer dicho reemplazo.
Pueden ser inesperados, por lo tanto, los hallazgos de Andreas Irmen, doctorado en economía por la Universidad de Lausana, Suiza. En un trabajo publicado a principios del año 2022, en el cual presentó un modelo novedoso del impacto de la automatización, señaló que el efecto del envejecimiento depende de su origen. Si es causado por un descenso en la fertilidad, acelerará la automatización y reducirá la participación de los trabajadores en el PIB, tanto a corto como a largo plazo. Por el contrario, si el incremento en la edad promedio se debe a que las personas viven más tiempo, a corto plazo reducirá la automatización y elevará la participación de los trabajadores en el PIB, efectos que se invertirán a largo plazo.
La diferencia de efectos a corto plazo puede deberse a que el aumento en la longevidad es compatible con una extensión de la vida laboral, haciendo que la automatización sea menos perentoria, en tanto que la escasez de trabajadores provocada por la caída en la fertilidad genera una demanda laboral insatisfecha que incentiva la automatización.
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