Los países del Caribe sufren los efectos de una paralización de la actividad por el COVID-19 que deja un panorama desolador con islas cerradas a cal y canto, aeropuertos sin vuelos, hoteles blindados y cruceros amarrados a puerto, un duro golpe para unas economías basadas en el turismo.
La directora ejecutiva de la Compañía de Turismo de Puerto Rico, Carla Campos, señaló este lunes a Efe que el impacto del COVID-19, conforme a lo que proyecta la Organización Mundial del Turismo, no tiene precedentes en el sector.
Puerto Rico, uno de los países más visitados en la región, tiene 93 hoteles con el candado echado de los 160 registrados por la Compañía de Turismo y 20,000 empleos están en riesgo.
El Caribe recibe con el COVID-19 un fuerte castigo después de unos años en los que la región ha sufrido el impacto de históricos huracanes, los últimos María en 2017 y Dorian en 2019, que dejaron unas grietas en la economía de las que se trataba de recuperar cuando el coronavirus entró en escena.
La presidenta de la Asociación de Hoteles y Turismo de Puerto Rico, Clarisa Jiménez, dijo este lunes a Efe que la situación es muy difícil en todo el mundo, pero que afecta con especial virulencia tanto a la isla como al Caribe en su conjunto.
Jiménez indicó que según la información de que dispone el hotel de Puerto Rico con una ocupación más alta actualmente se situaría en un 8 %, cifra ridícula en un año normal para estas alturas de la temporada.
Miles de despidos
"Ha habido muchos despidos -miles, matizó, aunque no dio una cifra concreta- y algunas operaciones tuvieron que cerrar totalmente", dijo.
La gravedad de la situación a la que se refiere Jiménez se entiende mejor si se considera que el turismo representa entre el 30 y cerca del 50 % del producto interno bruto de países como Bahamas, Barbados o Jamaica, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Según la Organización de Turismo del Caribe, esa actividad emplea a aproximadamente 2.5 millones de personas y supone un 30 % de la economía de la región.
El impacto de la pandemia afecta a unos pequeños estados insulares muy endeudados financieramente y con unas economías escasamente diversificadas.
El Banco de Desarrollo del Caribe pronosticó una caída del 50 % en el presente año fiscal para las economías locales si las restricciones continúan hasta septiembre.
Durante las últimas tres décadas, buena parte de las economías de la región se transformaron en fuertemente dependientes del turismo, en, al menos, un 30 % de su producto interno bruto, una losa ahora difícil de levantar.
Puerto Rico no es una excepción, como subraya el presidente de la Asociación de Dueños de Paradores y Turismo, Jesús Ramos, quien dijo a Efe que el sector está "completamente detenido".
"La Semana Santa fue un desastre total y estamos ahora vislumbrando cómo será el verano", indicó Ramos.
Actividad bajo mínimos
"La gente no va a viajar", sostuvo Ramos, dueño además de un parador, que describe una actividad bajo mínimos.
"Todavía podemos aguantar, pero hay peligro de cierre", alertó el empresario.
En la pequeña isla de Santa Lucía, en las Antillas Menores, con unos 178,000 habitantes, la devastación por el COVID-19 ha llevado a la pérdida de 13,000 empleos.
Dentro del sector de los cruceros -cuyas paradas en las islas son fundamentales para las economías locales-, la compañía Carnival anunció la cancelación de todas las salidas hasta, al menos, finales del mes de junio, mientras que Royal Caribbean ha suspendido operaciones hasta el día 11 de junio.
Tampoco se pueden olvidar los terremotos en Puerto Rico del pasado enero.
Nuevos protocolos de salud
El secretario general de la Organización de Turismo del Caribe, Neil Walters, dijo que las empresas de la región se están centrando en cómo integrar nuevos protocolos de salud en los viajes para permitir que el turismo se reanude cuando las restricciones disminuyan gradualmente.
Para dar respuesta a la situación, Jamaica anunció un paquete financiero de más de 8,000 millones de dólares para empresas y trabajadores relacionados con el turismo.
El primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, dijo por su parte que hasta ahora no ha habido un plan de rescate para el Caribe, por lo que pidió acción a nivel internacional.
Su país ya ha perdido 20,000 empleos, que es cerca de la mitad de su fuerza laboral.
El ministro de Turismo de Jamaica, Edmund Bartlett, dijo que de los 20 países pequeños más dependientes del turismo en el mundo, 13 están en el Caribe, con las Islas Vírgenes Británicas a la cabeza, a las que le siguen Bahamas, Santa Lucía, Granada o San Cristóbal y Nieves.
Bartlett subrayó que el cierre de fronteras en todo el Caribe, incluidos muchos aeropuertos, ha llevado al desempleo a 300,000 personas en Jamaica.
La directora de la Compañía de Turismo de Puerto Rico quiso dar un toque de optimismo y anticipó que el turismo local y el mercado de boricuas en el exterior serán los primeros en reactivarse este año, un primer impulso para recuperar el sector.
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