Cuando el precio de un producto aumenta, las personas que lo compran se ven obligadas a pagar más. Pueden, claro está, dejar de adquirirlo o comprar una menor cantidad de él. Pero si realmente lo necesitan, no tienen más remedio que sacar más dinero del bolsillo y dárselo al vendedor.
Los dominicanos estamos pagando más por el petróleo que importamos, incluyendo sus derivados. El mayor precio puede hacer que busquemos la manera de consumir menores volúmenes, pero es imposible dejar de comprarlos por completo y reemplazarlos con otros productos. El dinero adicional que estamos pagando, alguien lo recibe y pasa de mano en mano hasta llegar a los grandes beneficiarios finales del aumento en el precio, destacándose entre ellos las compañías y países productores.
Con gran despliegue y actitud festiva, la compañía Aramco, de Arabia Saudita, anunció haber roto su propio récord. En el segundo trimestre de este año sus ganancias llegaron a la astronómica suma de 48,400 millones de dólares, superior al PIB trimestral de nuestro país y un 90% más alto que en el mismo período del año pasado. Y hay que añadir que la empresa no se distingue por pagar bajos sueldos y compensaciones a sus ejecutivos, muchos de ellos pertenecientes a la extensa familia real que gobierna el país, lo que significa que no son ganancias obtenidas en base a reducir los costos operativos.
Es evidente que en épocas de crisis, muchos pierden y algunos ganan. La guerra en Ucrania ha servido como una fuente providencial de beneficios para Arabia Saudita y otros países productores de petróleo. Han sido favorecidos por una especie de suerte doble. Por un lado, no hicieron nada para que los yacimientos de petróleo estuvieran en su territorio. La naturaleza se los puso ahí para que los explotaran y disfrutaran. Y tampoco hicieron nada para que el líder ruso decidiera invadir a su vecino en el sur. Y junto con ellos, ganan los conglomerados petroleros, entre ellos BP, cuyos beneficios fueron los mayores en 14 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario