La estabilidad del sistema bancario dominicano es una de las fortalezas más mencionadas en los reportes sobre la situación de la economía nacional. Ha sido demostrado reiteradamente, en varias épocas y países, que las etapas de crisis tienden a ser más breves y moderadas cuando las instituciones financieras son solventes y operan normalmente. Cuando ocurre lo contrario y el sistema presenta debilidades que se activan por causa de la crisis, o peor aún, cuando la crisis se origina en el sector bancario como sucedió en la gran recesión que comenzó en el 2008, la situación se complica y salir de las dificultades es más difícil.
Esa lección ha sido bien aprendida por los bancos centrales. No es fácil olvidar que el declive del 2008 hubiera sido más leve, y se habría propagado menos, si las solicitudes de apoyo de la firma Lehman Brothers hubiesen sido escuchadas por las autoridades estadounidenses. Como prueba de ese aprendizaje puede citarse el tratamiento otorgado a los depositantes del banco Silicon Valley, colapsado e intervenido recientemente en los EE.UU.
Las primeras declaraciones del ente interventor, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos, indicaban que los depósitos asegurados estarían disponibles para sus dueños desde el primer día laborable posterior a la intervención. Los demás depositantes, sin embargo, serían resarcidos a medida que los activos del banco fuesen liquidados. Dado que se estimaba que el 85% de los depósitos no estaban asegurados, por ser un banco de estrecha base operativa, más de 170 mil millones de dólares podrían haber quedado inmovilizados y una parte de ellos perdidos, mermando la confianza de depositantes en otras entidades bancarias.
Ante esa perspectiva, la Tesorería Federal, la FED y el seguro de depósitos acordaron extender a todos los depositantes el respaldo del seguro. Las pérdidas en que este último incurra como consecuencia de esa decisión serán cubiertas por un cargo especial sobre el sistema bancario.
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