Debido a la unificación de nuestras elecciones, no disponemos de un indicador electoral intermedio respecto del estatus de la actual gestión gubernativa. No obstante, los hechos y opiniones parecen avalar el criterio de que hasta ahora el presidente Abinader no enfrenta serios obstáculos para ser de nuevo el candidato de su partido en el 2024. Evidentemente, esa situación puede variar más adelante, pero los eventos que provocarían su reemplazo como candidato no están todavía visibles.
No así en los EE.UU., cuyos comicios son muy relevantes para nosotros, superados en importancia sólo por los propios nuestros, y quizás por los que pudieran celebrarse en el vecino Haití. A diferencia de aquí, las elecciones de medio término en los EE.UU. proveen un mecanismo de medición directa acerca de cómo los votantes evalúan a la administración gubernamental, siendo una realidad comprobada en múltiples ocasiones que dicha evaluación incide poderosamente sobre la orientación del voto, aparte lógicamente de los atributos de los candidatos a las posiciones en juego. En la campaña electoral del 2016, que culminó con el triunfo de Trump sobre H. Clinton, fue notable el predominio del primero, a razón de 4 a 1, en las menciones aparecidas en los medios. Aún quienes se le oponían, lo mencionaban más que a su rival, y lo mismo ocurrió en el 2020, cuando perdió frente a Biden por un estrecho margen.
Faltando días para los comicios de medio término, y no siendo candidato a ningún puesto en ellas, es aún más sorprendente que Trump sea la figura política más mencionada en la campaña. Las investigaciones judiciales en su contra, el allanamiento de su residencia en la Florida, y los llamados y exhortaciones para impedir su retorno al poder dentro de dos años, le han brindado una enorme cantidad de publicidad gratuita, sin que sus oponentes hayan conseguido atenuar el fervor con el que sus partidarios lo apoyan, otorgándole en algunos círculos una imagen de mártir perseguido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario