Cambios culturales y económicos influyen en que dominicanos no quieran laborar en el campo

Es muy probable que el arroz, las habichuelas, los plátanos u otros bienes agropecuarios cultivados o producidos en territorio dominicano que llegan a su plato cada día sean cosechados en el campo por trabajadores haitianos, debido a la falta de mano de obra criolla en los entornos rurales para esa labor.

La digitalización de los medios de comunicación, el desarrollo económico registrado por el país en los últimos años y la diáspora dominicana son los factores que han impactado drásticamente la disponibilidad de mano de obra local en los campos, creando un ambiente propicio para la migración laboral.

Así está contenido en el “Estudio descriptivo-exploratorio sobre el mercado laboral en el sector agrícola y su necesidad de mano de obra extranjera”, elaborado por el Instituto Nacional de Migración de la República Dominicana (INMRD) y publicado este miércoles.

Los citados factores han influido en reducir las notables diferencias culturales que solían existir entre los jóvenes que viven en entornos rurales y urbanos, lo cual ha perjudicado drásticamente el mercado de trabajo, sobre todo de la producción agrícola, afirma.

“En la actualidad, el estilo de vida asociado al trabajo de campo ha perdido atractivo, en comparación con el estilo de vida aspiracional, exclusivamente urbano y rodeado de lujos y comodidades, que se ha popularizado a través de las redes sociales e incluso es reforzado por los familiares que viven en el exterior”, establece la investigación.

Los jóvenes dominicanos tienden a preferir migrar a entornos urbanos que realizar labores agrarias, pues estas son consideradas precarias, poco estables, mal remuneradas y físicamente intensivas. Incluso, en los casos donde los trabajadores permanecen en zonas rurales, se pudo detectar una inclinación por ocupaciones más “urbanas”, como motoconcho, dependiente de un colmado o personal de seguridad.

“La escasez de mano de obra local crea un ambiente propicio para la migración laboral ya que, en el contexto actual, queda invalidado uno de los argumentos más comunes en contra de la migración laboral, que es la afectación al mercado de trabajo resultado de una competencia injusta por el empleo entre los trabajadores extranjeros y la comunidad de acogida”, aclara.

Sin embargo, esto crea una dependencia no deseable del sector a los flujos migratorios, sin los cuales, y citando a la amplia mayoría de los productores participantes de este estudio, “no existiría el campo dominicano”.

Señala que la escasez de mano de obra local es muy evidente para los cultivos en cuestión (arroz, plátanos y habichuelas), a excepción de algunas comunidades en el Cibao productoras de los dos primeros bienes agrícolas, donde aún es posible, pero con dificultad, conseguir trabajadores locales.

La investigación puntualiza que la actividad agrícola dominicana está estrechamente relacionada con la mano de obra extranjera, indicando que más del 90 % de los trabajadores de este sector pertenecen a la población inmigrante.

En las zonas rurales se han desarrollado redes de soporte integradas por la comunidad migrante, donde se brinda ayuda a los recién llegados, como vivienda o acceso a servicios. Esto, unido al bajo costo de la vida, comparativamente con entornos urbanos, hace de las zonas rurales destinos atractivos para los migrantes, añade el estudio del INMRD.



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