El día 2 del próximo mes de octubre podría ocurrir uno de los más extraordinarios retornos al poder de un líder político latinoamericano. Luiz Inácio Lula da Silva, desprestigiado, encarcelado, despojado de sus derechos y culpado de múltiples delitos y equivocaciones, podría en esa fecha triunfar en las elecciones presidenciales, completando de ese modo un asombroso ciclo que lo llevó desde el tope de la popularidad al abismo del descrédito, para regresar ahora victorioso sobre todos sus rivales. Sería un acontecimiento inusual hasta para Latinoamérica, donde es frecuente la reinvención y recuperación de los dirigentes políticos.
Desde su base como líder sindical, Lula ganó la presidencia de Brasil en el año 2002 postulado por el Partido de los Trabajadores, luego de tres intentos anteriores, siendo reelecto en el 2006. Sus medidas redistributivas de apoyo a los segmentos más pobres de la población, impulsaron la demanda agregada por bienes y servicios, induciendo incrementos en la producción que generaron un notable proceso de crecimiento económico. Fue importante en ese sentido la existencia de un vasto aparato productivo en el país, que le permitió responder a la demanda con bienes de origen local, ampliando sus operaciones y la creación de empleos.
Su sucesora y protegida, Dilma Rousseff, no tuvo igual éxito, y la reacción en su contra alcanzó a Lula y su partido. Acusado de corrupción y lavado de dinero, fue sentenciado a nueve años y medio de prisión, pasando casi 20 meses en la cárcel, siendo además descalificado para participar en los comicios presidenciales del 2018. Fue liberado en el 2019 y dos años después la Suprema Corte anuló los cargos en su contra y le devolvió sus derechos políticos.
A pesar de críticas posteriores, como las vertidas en torno a los festejos de su tercera boda en mayo pasado, algunas encuestas recientes indican que Lula aventaja a su oponente, el actual presidente Jair Bolsonaro, por cerca de veinte puntos porcentuales.
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