Hace un año que Divaris Cruz conserva ámbar azul extraído de una mina subterránea en La Cumbre, Santiago. Lo guarda con la esperanza de que vuelva a cotizarse tan alto como hace cinco años en un mercado que está desplomado en precio, ritmo de extracción y empleos.
Cruz preside la Cooperativa de Productores de Ámbar de La Cumbre. Las piezas azules las cotiza en unos 30,000 pesos, pero hace un lustro valían cinco veces más. Su inventario, que también lo compone ámbar de categorías inferiores, lo estima en 600 libras. Años atrás todo valdría entre 15 millones y 22 millones de pesos, pero ahora le ofrecerían unos 3 o 4 millones de pesos.
Entre 2014-2016 hubo un apogeo de la industria artesanal del ámbar dominicano, una resina usada para confección de joyas y elementos decorativos. Fueron “los mejores años de la historia de la extracción del ámbar” criollo por el interés -principalmente del mercado chino- en su calidad y tonalidades, recuerda Uladislao Lora,
Pero la no aparición de muestras con la calidad cada vez más exigida por los compradores, el desplome de los precios y la prohibición vigente desde 2016 de exportar ámbar y larimar (una variedad de pectolita solo encontrada en Quisqueya) en su estado natural, en crudo y semiprocesado, ha afectado a los extractores, pues vendían las piezas a un mercado extranjero que las valora más en bruto.
Hace seis años, el Ministerio de Energía y Minas prohibió por resolución el comercio exterior del ámbar en su estado natural, en crudo y semiprocesado, para que solo sea procesado. Con esto buscó regular su exportación para mantener los criterios nacionales de control, niveles de reserva, estándares de calidad y certificación. Además, fomentar la contratación de mano de obra local y desarrollar las mipymes artesanales.
Pero en 2018, el mismo ministerio tuvo que emitir otra resolución en la que concedió seis meses para exportar hasta el 80 % del ámbar y larimar almacenados por los extractores como consecuencia de la disposición de 2016, sin importar su estado, para dinamizar la minería artesanal en los mercados internacionales.
Y ahora Energía y Minas tiene en fase de borrador final una nueva resolución que levantaría gran parte de la prohibición, permitiendo exportarlo semiprocesado y procesado, con el objetivo de beneficiar a los artesanos y a los mineros que procuran levantar una pequeña industria del ámbar que, en su apogeo, era la fuente de empleo directo e indirecto de más de 3,000 personas.
“Aquí (en Santiago) solamente hay dos minas que están trabajando a un 10 por ciento. Si tenían 10 hoyos –por ejemplo–, tienen un hoyo”, dice Cruz. “El mercado está prácticamente nulo”.
“Esas piezas (las azules) son de las últimas que aparecieron de primera calidad y no se han podido vender porque el precio que se les pagó a los mineros es muy por encima de lo que están ofreciendo”, indica.
Adiós a la bonanza
El ámbar es una resina fosilizada de origen vegetal. La mayor riqueza para explotación se encuentra en la región báltica de Europa Oriental y Mediterránea, en algunos estados de México y en la República Dominicana.
En el municipio El Valle, en Hato Mayor, y en La Cumbre están los puntos principales de extracción del ámbar dominicano. Lora destaca que una onza que antes costaba entre 100,000 y 150,000 pesos ha bajado a 20,000 y 25,000 pesos. “Y ya eso no es atractivo para ellos (los extractores)”, dice.
Según investigaciones, la edad del dominicano supera los 15 millones de años y se destaca por su calidad. El azul es el más preciado y costoso, por su rareza. Otras variantes de menos valor tienen tonalidades coñac, amarilla, roja, verde, negra o incolora.
“El ámbar dominicano ellos (los chinos) decían que era el diamante del Caribe”, comenta. “Una onza de ámbar azul costaba mucho más que una onza de oro en el año 2014, 2015,2016”.
Pero los compradores chinos comenzaron a demandar un ámbar de mayor calidad, especialmente el azul, pero ya no aparecía en la misma cantidad, recuerda Lora. “En ese momento comenzó a mermar la producción de ámbar y los chinos dejaron de venir a captarlo”, cuenta.
Carlos Gómez, uno de los mayores extractores de ámbar en El Valle, indica que actualmente los costos de explotación son más altos que las ganancias. “Los que hacían el esfuerzo de que las minas produjeran eran los chinos, cuando los chinos estaban comprando. Al los chinos irse de aquí (hubo inversores que se instalaron en el pueblo), casi no están comprando, ha bajado la producción y ha bajado todo”, se lamenta.
Entre los compradores actuales están los mismos extractores de Santiago, quienes almacenan la resina esperando mejor precio y que se permita su exportación, y artesanos locales, que no son suficientes para adquirir toda la producción.
“Y ahora se va a poner más mala (la situación”, dice Gómez, al hacer referencia a los daños dejados por el huracán Fiona en El Valle, que provocó que se obstruyeran hoyos por donde se extrae ámbar.
En 2017, Diario Libre observó el subir y bajar continuo de hombres enlodados que se perdían en la profundidad del subsuelo para extraer ámbar en los hoyos abiertos en Siete Cañadas, la mina de ámbar más grande y productiva de la formación Yanigua, que corre desde Los Haitises hasta El Cabao y El 20 en la carretera Hato Mayor-El Valle. (Para leer el reportaje publicado en ese entonces y ver un video sobre cómo es el interior de las minas de ámbar, haga clic aquí).
Lora estima que entre 2014-2016 había unos 600 hoyos o pozos en El Valle, donde se concentraban aproximadamente 2,500 extractores o amberos –como les llaman- y tenían esta actividad como fuente de empleo. “Donde podía haber 400 o 300 hoyos y 1,500 personas, ¿tú sabes cuántos hoyos hay? Dos hoyos y 40 hombres”, dice.
Entre los que se dedicaban a la actividad, hay quienes migraron a la agricultura y al sector servicios.
Resolución: ¿la salvación?
Desde el año pasado, el Ministerio de Energía y Minas trabaja en el borrador de una resolución que ayudaría a la recuperación de la minería del ámbar y larimar. Pero se ha retrasado en su publicación por accidentes registrados este año –entre estos fatales– en la zona minera de larimar, en Barahona. El jueves de la semana pasada se iniciaron formalmente los trabajos de reestructuración del área con miras a reducir los riesgos e impulsar las operaciones en un corto plazo.
“Como teníamos la mina (de larimar) paralizada, no queríamos abrir la puerta a la exportación en un momento de paralización y que nuestros artesanos se sientan limitados a conseguir su larimar”, dice Golye Latoufe, encargada del Departamento de Promoción Minera del Ministerio de Energía y Minas.
Mientras, Latoufe adelanta a Diario Libre que con la resolución pendiente se volverán a emitir certificados de no objeción para permitir la exportación de ámbar y larimar semiprocesado y procesado.
El ámbar semiprocesado es aquel que ha sido cortado en diferentes tamaños y procesado es cuando se presentan en cabujones, es decir, como piedras naturales pulimentadas y no talladas de forma convexa, de acuerdo a las definiciones aduaneras.
Ya desde enero de este 2022 están vigentes unos códigos arancelarios contenidos en la séptima enmienda de Aduanas para la exportación de ámbar y larimar. En la venidera resolución de Energía y Minas no se contempla permitir la exportación en bruto como han pedido mineros.
“De la forma en la que funciona ahora representa especialmente una desventaja para los mineros y toda la ventaja para los artesanos, que es lo que nosotros vemos. Los mineros me dicen: mientras tenemos la prohibición de exportación tenemos que vender nuestro material al precio que los artesanos nos digan, porque no tenemos otra opción”, comenta Latoufe.
“Es un poco equilibrar la balanza -agrega-, para que haya ventajas para el sector artesanal, pero que también haya ventaja para nuestros mineros”.
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