Desde siempre hemos sabido que la imagen de la persona influencia mucho en cómo los demás la consideren. Podemos rechazar o aceptar a alguien solo de verla... la primera impresión, causada en más del 50% por lo que se ve.
La pregunta ahora es: ¿hasta qué punto debemos llevar nuestra imagen para conseguir lo mejor de nuestras relaciones? La perfección es enemiga del equilibrio. Debe llegar el punto donde estemos felices y no perdamos otras partes de la vida de nuestra vista.
Quizá ya tenemos trabajo, amigos y pareja: ¿deberíamos seguir priorizando nuestra imagen? Ya sé, soy hombre y no entiendo bien lo que acontece dentro de una cabeza femenina. Lo que me lleva al otro punto: ¿hasta dónde creen las damas que los hombres estamos interesados en cambios de imagen?
Muy pocos son los hombres que se interesan en una mejoría constante de imagen. Sí, algunos viven comparando a unas damas con otras, pero le aseguro que son los menos. Lo mismo en el trabajo, no es importante qué tan bella sea, lo prioritario es que esté acorde con lo que representa.
La fuente de comparación que representan las redes sociales ha llevado a las damas que estaban inseguras a más inseguridad... diría que a una inseguridad perenne.
Todo esto se traduce a la economía personal. Sí, la apariencia se logra con ropa, maquillaje, peluquerías, bisturí, etc. Todo cuesta, no poco y no tiene límites. ¿De dónde sale el dinero? ¿Qué soy capaz de sacrificar para lograrlo? ¿Cuánto tiempo durará la fuente brotando? Podría poner más preguntas, pero le dejo a cada uno que se las haga y las responda para ver cuánto desea sacrificar.
Los que más me preocupan en este momento al respecto del tema, son las personas de género femenino que vienen madurando. Una adolescente que no logre entender el equilibrio necesario podrá pasar por muchos momentos de infelicidad... al ver siempre alguien que aparenta más vistosa.
Buscar el equilibrio es lo que recomendaría. Subir nuestra autoestima para no envidiar a los demás, ni menospreciar lo que somos. Además, recordemos que para los gustos se hicieron los colores.
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