La creación del bitcoin, durante la turbulencia económica del 2008 y años subsiguientes, tuvo mucho que ver con el origen de esa crisis. Desatada inicialmente por préstamos hipotecarios sin respaldo adecuado que cayeron en mora, el deterioro comenzó afectando la solvencia de instituciones financieras. Casos notables de entidades renombradas que quebraron sin ser rescatadas, dieron paso a un estado de pánico que rápidamente se propagó a otras instituciones, y puso en peligro la estabilidad del sistema bancario estadounidense.
El trastorno en los mecanismos de pago, combinado con la falta de confianza en el sistema y en la efectividad de la política monetaria, creó condiciones propicias para que surgiera un mecanismo alternativo, independiente de las instituciones financieras y fuera del alcance de los bancos centrales. El bitcoin ofreció una forma novedosa de realizar transacciones, y de recibir y efectuar pagos, autorregulado por los propios participantes con base en principios matemáticos que garantizaban la legitimidad de las tenencias y limitaban el número total de bitcoins creados.
Ese objetivo original del bitcoin fue oscurecido por su empleo posterior como un instrumento especulativo, y se acumuló para aprovechar alzas en su precio, lo que inspiró sueños de fabulosas ganancias, hechas posibles por la característica de tener un tope de emisión, lo que lo convirtió en un bien escaso adecuado para invertir en él. Su uso en transacciones fue también oscurecido por su empleo en actividades delictivas encubiertas por el anonimato.
Pero los acontecimientos han dado al bitcoin una nueva oportunidad de cumplir su objetivo inicial. Muchos rusos que estaban fuera de su país o tenían que viajar, se encontraron con que sus tarjetas de crédito, emitidas en Rusia, dejaron de operar por las sanciones. Los afortunados dueños de bitcoins, sin embargo, sólo necesitaron tener sus claves en una memoria USB para acceder a ellos y continuar como si nada hubiera pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario