Hace cuatro meses que el presidente Luis Abinader se acompañó de funcionarios y empresarios para lanzar en grande el proyecto de desarrollo turístico de Cabo Rojo-Pedernales. Él y otros cuatro hombres dieron los palazos simbólicos para comenzar los trabajos de adecuación vial. Pero no se ha divulgado el plan maestro definitivo de este ambicioso proyecto público-privado que tiene prevista la construcción de hoteles y generar hasta 30 mil empleos directos.
“Antes de que el master plan se diera a conocer públicamente, tenía que ser aprobado por las instancias del Gobierno y, evidentemente, por el presidente de la República”, dijo Sigmund Freund a Diario Libre. “Hicimos (hace un mes) la presentación al presidente, se lo llevamos, el presidente aprobó el plan con algunas sugerencias, entonces el trabajo de los arquitectos e ingenieros en este momento es adecuar esas sugerencias”.
El funcionario puso este noviembre como fecha para dar a conocer el diseño definitivo del proyecto con el que el Gobierno persigue desarrollar Pedernales, una provincia fronteriza con un índice de desarrollo humano bajo, pero con recursos turísticamente explotables. Otras administraciones han prometido lo mismo, pero la actual la asume en modalidad de alianza público-privada y mediante el fideicomiso Pro-Pedernales.
Cuando lanzó el proyecto el 23 de junio, el presidente anunció una inversión de RD$500 millones para la construcción de 24 kilómetros de carreteras y la readecuación del antiguo hotel de la Alcoa en Cabo Rojo. Informó que nueve grupos hoteleros habían formalizado su interés de asumir la operación de complejos que se desarrollarán en la primera etapa del proyecto.
Aunque se proponían construir 3,500 habitaciones de hoteles, Abinader dijo que se recibieron ofertas para más de 6,000. Además, estimó la inversión en la primera etapa US$1,000 millones, que podrían llegar a RD$3,000 millones en los 10 años del plan.
El trabajo que se desarrolla como preámbulo es la ampliación del tramo carretero Enriquillo-Pedernales y la vía de acceso interno a Cabo Rojo, que fue lo que el presidente dio por comenzado en junio.
Antes de la construcción de hoteles, también se deben hacer instalaciones para agua potable, tratamiento de las residuales y otros servicios.
El desarrollo turístico -que incluye un aeropuerto- estaría entre 12 a 15 kilómetros de distancia del pueblo de Pedernales, que colinda con la comunidad de Anse-à-Pitre en Haití. Por esa cercanía, en Pedernales residen migrantes haitianos y otros cruzan la frontera para trabajar o recibir atenciones médicas.
“Estamos convencidos de que alguna mano de obra dentro de ese proyecto tendrá que venir de allá”, dice Freund.
Como habrá una alta oferta de empleos y Pedernales al 2020 tenía una población estimada de 26,913 personas -de los que muchos están ausentes-, Freund adelanta que habrá plazas para residentes en Barahona, Independencia, Bahoruco y el mismo Anse-à-Pitre (reconoce que esto conllevaría un control migratorio particular). Y agrega que la comunidad haitiana se puede convertir en una oferta de turismo cultural.
El tema de la seguridad, ante un Haití convulso por la inestabilidad política y social, también es tomado en cuenta por el Gobierno. Una de las medidas por las que apuesta es la verja “inteligente” que prevé completar en 200 kilómetros de frontera, por RD$2,000 millones.
“Para el 2024, como dijo el presidente, él va a dormir en Cabo Rojo”, asegura Freund.
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