Cuando la economía de Estados Unidos está en mínimos históricos, el presidente Donald Trump buscará la reelección con un plan que tiene tres ejes principales: estimular el empleo nacional, mantener la reforma fiscal y aumentar el gasto en infraestructura.
En caso de ser reelegido, Trump, quien será proclamado candidato presidencial en la Convención Nacional republicana de esta semana, deberá gestionar la recuperación económica de EE.UU. después de una pandemia global que ha llevado al desempleo a niveles no vistos desde la Gran Depresión, una gran crisis financiera mundial que se prolongó durante la década de 1930, en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Para ello, el virtual candidato republicano a la Presidencia pretende potenciar la industria y los productos 'hechos en EE.UU.' y continuar con una política proteccionista, lejos de los grandes acuerdos comerciales y la diplomacia que ha dominado la esfera estadounidense.
Estas son las claves del programa económico de Trump:
La economía de EE.UU. creó unos 6,6 millones de empleos durante los primeros tres años de la Presidencia de Trump, un dato en línea con la situación económica del país hasta la llegada de la pandemia del coronavirus, que ha destruido gran parte de esos puestos de trabajo.
'El presidente está ayudando a los trabajadores estadounidenses mediante la expansión de los programas de aprendizaje, la reforma de los programas de capacitación laboral y uniendo a empresas y educadores para garantizar una instrucción en el aula de alta calidad y capacitación en el trabajo', dice la Casa Blanca respecto al manejo de los empleos por parte de Trump.
La idea del gobernante para recuperar ese terreno perdido pasa por estimular la creación de empleo mediante una gran inversión pública en infraestructura, una medida valorada en unos dos billones de dólares y con apoyo bipartidista en el Congreso.
Para proteger el empleo nacional, Trump ha tomado también varias medidas migratorias que han afectado a trabajadores extranjeros, como revocar el derecho a trabajar a los cónyuges de los titulares de visados H-1B, o congelar la emisión de nuevas tarjetas de residencia (conocidas como 'green card') durante mayo y junio de 2020.
Estas medidas abren la puerta a posibles futuras acciones que potencien el trabajo entre los estadounidenses, en detrimento de los foráneos que residen en el país.
En la propuesta de presupuesto de febrero de este año, el Gobierno de Trump avanzó que se extenderá la reforma fiscal sobre rentas individuales incluida en la Ley de Empleos y Reducción de Impuestos, que expirará en 2025.
Esta legislación implica, entre otros aspectos, la rebaja del impuesto que pagan las empresas del 35 por ciento al 21 por ciento, y en menor medida para los trabajadores.
El recorte de impuestos supone agregar en los próximos diez años unos 1,5 billones de dólares a la deuda pública, que actualmente ya supera los 20 billones de dólares, según datos de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), algo que el mandatario consideró en su momento que se equilibrará con el impulso generado en la economía.
Sus previsiones de crecimiento se han visto muy afectadas por el coronavirus y las últimas estimaciones de la Reserva Federal (Fed) dibujan un oscuro panorama, con una contracción económica del 6,5 % para este año y una tasa de desempleo que rozará el 10 %.
Bajo el lema de 'Estados Unidos primero', Trump ha dado la espalda a gran parte de sus socios comerciales externos durante su mandato.
La guerra comercial con China, de hecho, ha sido pieza central de la política comercial de Trump, en la que ha demostrado que sancionará a aquellos países con los que Estados Unidos tiene un alto déficit comercial o la Administración crea que están tratando 'injustamente' a las empresas estadounidenses en el extranjero.
En febrero, el déficit comercial del país cayó más de un 12 % debido a una fuerte disminución de las importaciones de bienes provenientes de China y de la Unión Europea, un indicador que también puede ser visto de manera negativa porque Estados Unidos ha sido siempre un país más importador que exportador.
Esa es, precisamente, una característica del país que Trump desearía cambiar si vence en las elecciones de noviembre.
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